En las tierras de Bande, Ourense, se esconde un rincón especial que se revela en todo su esplendor cuando las aguas del embalse de As Conchas descienden lo suficiente. Hablamos de las asombrosas Termas Romanas de Bande, un oasis termal que ofrece una experiencia única, especialmente durante los cálidos días estivales, ya que suele tener menos afluencia que otras opciones en la región.
Un lugar de descanso que ya aprovecharon los romanos
Ubicadas cerca de Santa Comba, Muiños y Bande, las termas se encuentran a las orillas del embalse de Las Conchas. Acceder puede resultar un poco desafiante, ya que no hay acceso directo desde la carretera. Siguiendo un camino de tierra, primero se llega al campamento romano y, más adelante, a las termas.
Este complejo termal de pasado romano cautiva con diversas bañeras y piscinas, incluso un pequeño lago natural alimentado por aguas cálidas. En las proximidades del embalse, un manantial de aguas termales, aprovechado por los romanos en su momento, da vida a estos baños, acompañado de una mansión que se presume era una posada para los viajeros de antaño.
A escasos metros, se revelan los vestigios del Aquis Querquennis, un notable campamento romano. Su nombre fusiona las aguas termales ("aquis") con el entorno de robles ("querquennis"). La denominación Querquennia, utilizada por los romanos para bautizar la región, resuena en la historia de este lugar. No en vano, por esta zona pasaba la conocida Vía XVIII que unía las ciudades de Astorga y Braga.
Todavía en uso por las propiedades de sus aguas
Al ser de acceso libre y gratuito, son visitadas tanto de día como de noche. Y es que las bañeras romanas fueron recuperadas a finales del siglo pasado para el uso y disfrute de vecinos y visitantes. En periodos anteriores las termas estaban ocultas fruto del embalsamiento del Limia en 1948, dejando inservible la anterior casa de baños de la zona y las centenarias termas.
Las termas, testimonios de los baños públicos romanos, ofrecen aguas minerales que brotan a una temperatura notablemente superior a la ambiente, a temperaturas de entre 36 y 48 grados.
Este antiguo legado romano resurge con beneficios contemporáneos, mejorando la circulación sanguínea, estimulando la oxigenación del cuerpo y favoreciendo la eliminación de gérmenes y toxinas.
En cuanto a los beneficios de las aguas termales, su uso se vincula a mejoras en la circulación, estimulación del sistema digestivo, alivio de problemas ginecológicos, y tratamientos para enfermedades crónicas de la piel. Además, ofrecen una experiencia relajante y liberadora de endorfinas, contribuyendo a reducir el estrés y mejorar la salud mental.