El Castro de Altamira se encuentra ubicado en As Neves, concretamente en la parroquia de Taboexa. Es un poblado de más de 2.000 año localizado en el alto de la montaña y que es uno de los espacios con mayor historia de la región.
Un Castro romanizado
El Castro de Altamira fue descubierto en el año 1924 y a lo largo de diferentes estudios de campo que se centraron en él se pudo apreciar que fue una población de profunda influencia romana y una vinculación directa con la fundición de cobre que probablemente se lleva a cabo en el mismo lugar, aunque no aparecieron restos del espacio destinado a este fin.
Se trata de una población prehistórica de pequeñas dimensiones en la que tiene más importancia los pequeños elementos desenterrados que las construcciones y estructuras de sus edificios propiamente dichos, de los cuales solamente podemos hacernos una idea atendiendo a las formas de los terraplenes y de la ladera del monte que daban una estructura defensiva natural a los habitantes de Altamira.
Es este un lugar no exento de leyendas, la más popular la que habla de una comunicación directa del castro mediante una cueva artificial con lo que hoy es la Iglesia parroquial de Taboexa, muy cercana al antiguo poblado romanizado. La entrada a esta cueva podría ubicarse en un pozo muy cercano.
Objeto de estudio desde 1929
El Castro de Altamira lleva muchos años siendo estudiado desde que fue excavado por primera vez en el año 1929. Desde entonces el terreno ha sido objetivo de muchas campañas arqueológicas que permitieron sacar a la luz restos y hallazgos de interés que hoy se encuentran en los museos de la provincia de Pontevedra.
Durante el primer trabajo, en 1929, Cayetano de Mergelina fue el encargado de dirigir las labores de investigación. En este proyecto se encontraron ya objetos de valor en bronce como un peine o unas pesas de telares.
Bien entrada la década de los 50 se vuelve de nuevo al estudio de campo en el Castro de Altamira y en esta ocasión fueron Filgueira Valverde y García Alén los que dieron continuidad a las primeras investigaciones y encontraron en la zona diferentes piezas de cerámica, monedas y figuras con formas de animales. También se descubre uno de los objetos más interesantes que hoy podemos ver en el Museo Arqueológico de Pontevedra; una figura en bronce de unos 12 centímetros y que se asocia a Mercurio, uno de los dioses romanos.
Los trabajos no se detuvieron aquí y también en los 70 se siguió excavando en la zona sacando de nuevo piezas diferentes de bronce en el proceso, algo repetido con el mismo resultado en las últimas excavaciones, ya en el año 1999.