Circo de los Muchachos

En la ciudad de Ourense se dio formar en el pasado a un proyecto circense destacado: el Circo de los Muchachos. Fundado en 1963 por el visionario Padre Jesús Silva Méndez, este espacio transcendió la idea de un simple circo para convertirse en un faro de educación, arte y autogestión juvenil.

Un sueño hecho realidad: Nace la Ciudad de los Muchachos

Previamente a dar por acabados sus estudios de teología, el Padre Silva ya había sembrado la semilla de su proyecto en Ourense. Una asociación juvenil que, inicialmente, se albergaba en el humilde bajo de su casa materna, pronto se transformaría en algo mucho más grande. En las afueras de la ciudad de As Burgas, una finca de 200.000 metros cuadrados se convirtió en el lienzo perfecto para dar vida a la "Ciudad de los Muchachos", un lugar que tenía desde supermercados a escuela, pasando por capilla y hasta un pequeño ayuntamiento que gestionaba la comunidad. Y es que en sus mejores años hasta unas mil personas llegaron a convivir en este espacio de mestizaje de razas, religiones y grupos generacionales.

Inspirada en los ideales de una comunidad autogestionada, Benposta, como se la llamó, acogió a jóvenes de distintos orígenes. Bajo la filosofía del Padre Silva, este espacio no solo brindaba un hogar, sino que hacía funciones de escuela de vida donde los valores cristianos y la formación integral eran pilares fundamentales. Estamos en la década de los 50 y el proyecto va tomando forma.

Pionero en un nuevo modelo de circo

El Circo de los Muchachos se convirtió en un referente a nivel internacional, siendo la segunda escuela de circo en Europa después de la del Gran Circo de Moscú. Su apuesta innovadora por un circo sin animales lo posicionó como precursor de un modelo que años más tarde adoptaría el famoso Cirque du Soleil, hoy referencia absoluta en el sector mundial de los espectáculos circenses.

El impacto del proyecto trascendió fronteras, inspirando la creación de iniciativas similares en América Latina, como Benposta Colombia y Benposta Venezuela.

Acróbatas, trapecistas, payasos y malabaristas deleitaban al público con sus habilidades, demostrando que el arte circense podía brillar sin la necesidad de la explotación animal. El circo hizo solo una excepción por su 30 aniversario, un espectáculo para el incorporaron a caballos en libertad montados por acróbatas, manteniendo siempre su compromiso con el bienestar animal.

Un legado imborrable

Aunque el Circo de los Muchachos cerró sus puertas en 2003, su legado sigue perviviendo en la memoria y en los restos que aún se pueden apreciar en Benposta. Estructuras, recuerdos y la esencia de una época donde el arte circense y la autogestión juvenil florecieron en Ourense, dejando una huella imborrable en la historia local y un recuerdo para el ya fallecido en 2011 Padre Silva, quien en su última etapa se enfrentó a denuncias por abuso, malos tratos y corrupción.

Cabe decir que actualmente hay un museo que recoge parte de los recuerdos y el legado de este circo y que fue abierto por iniciativa de la Asociación Cultural Padre Silva.

Al margen del museo y algunos pocos que se resisten a abandonar este lugar, los recuerdos de la vieja comunidad circenses se van desdibujando de este espacio en el que la vieja cúpula con carpa está cada vez más dañada, así como los arcos o diferentes estructuras decorativas o de entrenamientos que resultan difíciles y caras de mantener.

El Circo de los Muchachos fue más que un espectáculo, fue un crisol de sueños, valores y creatividad que sigue inspirando a las nuevas generaciones. Un recordatorio de que la unión, el esfuerzo y la pasión por el arte pueden transformar realidades y dejar un legado invaluable.