Ligeramente apartado del bullicio del casco histórico de Santiago de Compostela, se encuentra el Convento de Santa María de Belvís. Un convento de clausura que todavía hoy se encuentra ocupado. Las dominicas, además de mantener su vida de recogimiento y oración, se dedican a actividades como bordados, elaboración de obleas y, sobre todo, la preparación de exquisitos dulces tradicionales que venden en el torno del convento.
Una iglesia y un santuario
El Convento de las Madres Dominicas de Belvís combina historia, fe y tradición culinaria en un entorno único de Santiago de Compostela. Este templo barroco es una muestra auténtica del legado gallego.
Este convento de clausura, fundado en el siglo XIV por frailes dominicos del cercano convento de Bonaval, fue el primer hogar de religiosas dominicas en Galicia. Su ubicación en un promontorio, accesible a través de la Rúa das Trompas y rodeado por el tranquilo Parque de Belvís, lo convierte en un rincón especial para quienes buscan explorar la riqueza histórica y espiritual de la ciudad.
Este conjunto barroco cuenta con dos templos: la iglesia conventual y el santuario de la Virgen del Portal. La iglesia, una obra sobria del arquitecto Casas y Novoa (también creador de la fachada de la Catedral de Santiago), es un espacio íntimo para la oración de las monjas, visible solo durante el culto dominical.
El santuario de la Virgen del Portal, por su parte, guarda una talla gótica del siglo XIII que ha sido objeto de devoción durante siglos. Según la tradición, esta imagen milagrosa regresaba a su lugar original cada vez que intentaban trasladarla. Este hecho inspiró la construcción de su capilla, donde la Virgen es invocada por devotos para pedir salud y éxito en los exámenes. Su festividad, el 8 de septiembre, reúne a peregrinos en una emotiva romería.