Escondida dentro de la imponente Catedral de Santiago de Compostela, se encuentra la Iglesia de la Corticela, un rincón cargado de historia y espiritualidad. La Corticela no solo es un lugar para el recogimiento espiritual, sino también un espacio para celebrar sacramentos como bodas. Su identidad como "parroquia de extranjeros y vascos" le da un aire acogedor y multicultural, manteniendo vivo su propósito original.
Una iglesia dentro de la catedral
Aunque actualmente parece una capilla de la Catedral, la Corticela conserva su estatus como iglesia independiente, con una parroquia activa y su propio párroco. Este singular templo, fundado en el siglo IX, está dedicado a Santa María y ha sido un lugar especial para los peregrinos y extranjeros desde hace siglos. La propia fecha de origen nos habla de una historia bastante anterior a la de la propia Catedral, pues en su origen estuvo vinculada al Monasterio de San Martín Pinario.
El acceso a esta iglesia se realiza desde el brazo norte del transepto de la Catedral, cruzando un pasadizo añadido en el siglo XVIII. Al adentrarse, sorprende su sobria arquitectura: una planta longitudinal con tres naves construidas en granito, cubiertas con madera y teja. Su portada románica destaca por columnas de fuste liso, capiteles decorados con motivos vegetales y un tímpano que representa la Adoración de los Reyes Magos.
En su interior, un punto de especial interés es el conjunto escultórico del Huerto de los Olivos, realizado en granito policromado en el siglo XV. Este detalle, junto a su rica historia, conecta al visitante con siglos de tradiciones religiosas y culturales.