IglesiasSan Munio de Veiga, en el concello de A Bola, es un monasterio de fundación altomedieval. Esta joya arquitectónica, inicialmente consagrada a Santo Tomé, guarda en sus muros los secretos de siglos de historia.
Desde comienzos del siglo XII
La primera noticia documental de San Munio de Veiga data del año 1105, cuando una pareja laica entregó una porción de tierra en el monasterio a Celanova. Hacia 1175-1180, los propietarios decidieron cederlo a la Orden de Santiago, que lo mantuvo como priorato. En 1187, surge una transformación, y la advocación del monasterio cambia a San Munio.
A lo largo de los años, la comunidad monástica experimentó altibajos, llegando a tener solo un prior y un hermano en 1376. A finales del siglo XV, solo se documenta la figura del prior. A pesar de las vicisitudes, algunos edificios han resistido el paso del tiempo, entre ellos la antigua torre campanario, dependencias monacales reconstruidas en los siglos XVI y XVIII, y el imponente templo románico.
La iglesia
El templo es una obra de grandes dimensiones, con una nave de ábside rectangular, un modelo asociado al prerrománico y al románico pleno gallego. Aunque han sufrido modificaciones, se aprecian detalles como la pérdida de las estructuras del cierre occidental y el abovedamiento de la capilla mayor.
Las portadas laterales y el cierre occidental, fruto de reconstrucciones y desmantelamientos, exhiben una rica decoración con canecillos ricamente labrados. La dualidad entre lo geométrico y lo orgánico se manifiesta en capiteles y mochetas, donde la tradición cisterciense se entrelaza con elementos del románico ourensano.
El ábside, de forma rectangular y tejado a dos aguas, ha sido intervenido en varias ocasiones. Las dependencias monacales y la capilla de San Sebastián se añadieron con el tiempo, modificando la estructura original.
San Munio de Veiga cuenta con elementos notables, como el sepulcro de San Munio, el prior Tomás Rodríguez, un baldaquino gótico y una cruz románica. El sepulcro de San Munio, actualmente desmontado, presenta elementos decorativos de inspiración cisterciense y ourensana.
El baldaquino y altar del prior Tomás Rodríguez, datados hacia el 1500, se han dispersado por el entorno del templo. También se encuentran elementos reubicados, como un Agnus Dei y frontales de baldaquino con ángeles trompeteros y una Anunciación.
Entre los tesoros de San Munio destaca una cruz procesional de bronce con alma de madera. Confeccionada con esmero, presenta figuras de Cristo, la Virgen María, San Pablo y San Pedro, fusionando la influencia de la escuela de Limoges con detalles bizantinos.
San Munio de Veiga se erige como un testigo silente de la evolución arquitectónica y espiritual a lo largo de los siglos. Cada piedra, cada escultura, cuenta una historia que trasciende el tiempo, invitándonos a explorar las huellas del pasado en este fascinante rincón de la historia gallega.
