En el concello de Lalín, colocado sobre una antigua torre medieval que marcó el nacimiento de la villa, se encuentra el Monumento a Joaquín Loriga. Este lugar, convertido hoy en una plaza céntrica, guarda un tributo único al aviador que protagonizó el histórico vuelo Madrid-Manila en 1926 junto a Gallarza y Estévez.
Honrando a una figura local
El homenaje a este aviador y militar nacido en Lalín fue inaugurado en agosto de 1993 en un acto multitudinario que contó con la propia presencia del ejército.
La obra, cargada de simbolismo, mezcla elementos expresionistas y geométricos propios de las vanguardias europeas de principios del siglo XX. Su estructura combina austeridad y fuerza: un pedestal de granito en talud, coronado por relieves alegóricos de España y Filipinas, cuyas figuras parecen surcar los cielos en gesto de alianza. Sobre ellas, el avión estrellado verticalmente sugiere una cruz, reforzando el mensaje de sacrificio y trascendencia.
Frente a esta potente imagen, destaca la figura de Joaquín Loriga. Alejado del uniforme militar, el aviador luce un traje de mecánico y sostiene con serenidad una hélice y un pergamino, elementos que evocan su valentía y logros. La combinación de granito y bronce en su rostro y manos añade un toque de humanidad a este homenaje monumental.
Este conjunto escultórico no solo es un recordatorio del pasado heroico de Loriga, sino también una obra que invita a reflexionar sobre el vínculo entre Galicia y el mundo a través de la historia y la innovación.