Aunque siempre eclipsado por la inmensidad y el hipnotismo de la Catedral de Santiago, el pazo de Raxoi es otra de las grandes joyas que rodean la emblemática plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Se trata de uno edificio de considerables dimensiones situado frente a la fachada oeste de la Catedral de Santiago y que fue construido en el Siglo XVIII.
Hoy en día el edificio tiene una función multidisciplinar en la que residen dependencias de la casa consistorial santiaguesa, el Gobierno de la Xunta de Galicia o el Consello de Cultura Galega.
La historia del Pazo de Raxoi
El edifico fue levantado en el año 1766 y su diseñador fue el ingeniero de origen francés Charles Lemaur, quien recibió el encargo del arzobispado para crear un edificio que sirviese como seminario y de residencia para los niños del coro. El nombre de Pazo de Raxoi o Palacio de Rajoy se lo debe al arzobispo que mandó construirlo, Don Bartolomé Rajoy Losada. Además de ser residencia y seminario, también acogió al ayuntamiento compostelano y una prisión en sus bajos.
Las obras del pazo no estuvieron exentas de polémica, pues se produjo un fuerte debate acerca de si este monumental edificio podría perjudicar al cercano Hospital Real. El administrador del hospital sostenía que la construcción del Pazo supondría una peor ventilación y tránsito en el edificio sanitario y también una privación de la luz natural.
¿Cómo es el Pazo de Raxoi?
El Pazo de Raxoi, de clara influencia del neoclásico francés, llama la atención por su fachada alargada y sus muchos soportales. La estructura del edificio, que ocupa la práctica totalidad de uno de los laterales de la Plaza del Obradoiro, da una sensación de gran horizontalidad y simetría realmente agradable al ojo.
En la parte central de la fachada se observa un frontón de mármol en relieve que representa la bata de Clavijo. Este frontón es obra del artista José Ferreiro y sobre él se puede ver la estatua del apóstol Santiago montado a caballo. Bajo este frontón descansan unos gruesos pilares de orden jónico.
Si nos centramos en el interior del Pazo, lo más reseñable del mismo es su escalera rococó, cuya firma lleva también estampado el sello francés de Lemaur.