En el concello de Laxe, provincia de A Coruña, encontramos una curiosa playa en la que la zona que habitualmente está poblado por la arena fina y blanca de la mayoría de las playas de Galicia se riega de multitud de colores de formaciones cristalinas trabajadas y redondeadas por la acción del mar. Es por este motivo que se conoce esta playa como la Playa de los Cristales.
Areal dos Botiños
La comúnmente conocida como Playa de los Cristales de Laxe es realmente el Areal dos Botiños. El nombre de Botiño le viene de una especie de delfín que se puede ver frecuentemente merodeando las aguas esta costa.
Es una playa que está muy próxima al cementerio de esta localidad y en la que el baño no está recomendado por las fuertes corrientes que azotan este punto de la costa y que la vuelven peligrosa, pero que también han hecho posible el trabajo de pulido y arrastre de todos los cristales que hoy pueblan esa playa multicolor.
La playa es de pequeño tamaño y está ubicada en la conocida como la ensenada de Baleeira, al oeste del Cabo de Laxe. Hay un camino habilitado que permite bajar a la playa.
Un vertedero próximo
El motivo de tal acumulación de cristales en la playa no es otro que la acción del hombre al haber situado muy próximo un vertedero en el que muchas de las botellas de cristal acumuladas acabaron por caerse en el mar. Es frecuente en cualquier playa de nuestra costa encontrar alguna pequeña piedra de cristal pulida por el mar, pero en esta el número de piedras se multiplica por mil, fruto de la cercanía del vertedero.
El vertedero de la zona estuvo en uso hasta bien entrado el nuevo milenio y no fue hasta el año 2004 cuando el gobierno autonómico decidió que darle otro uso a esta zona, trasladar el basurero a otro lugar y acondicionar esta bella zona costera. La idea inicial de la Xunta era incluso la de retirar todos los cristales de la playa, algo que los propios vecinos y asociaciones consiguieron detener para mantener el aspecto que hoy tiene la playa de los cristales de Laxe.
Pese a la acción social, los trabajos ya habían empezado y parte de esos cristales ya se habían retirado, por lo que el aspecto podría ser incluso más espectacular de no ser por la abundante retirada de material previo. A ello se une también la acción del hombre nuevamente, que en su visita a este punto turístico no duda en llevarse un recuerdo de la zona, algo que se advierte que no se debe hacer.