Si eres amante de la historia, la naturaleza y los enigmas que esconde el pasado, entonces no puedes perderte la fascinante visita a la aldea abandonada de A Chaira, ubicada en el idílico concello de Pantón, en pleno corazón de la Ribeira Sacra.
Un pueblo abandonado
Este poblado, construido en la década de los 40 del siglo pasado, fue erigido con la finalidad de albergar a los trabajadores que participaron en la construcción del embalse de Santo Estevo, una de las presas más imponentes de la época en nuestro país. A Chaira, en su apogeo, ofrecía todos los servicios necesarios para la vida diaria, desde viviendas hasta iglesias, colegios, piscinas, economatos y hasta un casino. Sin embargo, en la década de los 80, este lugar experimentó un misterioso abandono y desde entonces se ha convertido en un enclave fantasmal que despierta admiración y curiosidad.
Descubriendo A Chaira
A Chaira se encuentra anclada en la parroquia de Frontón, en la vertiente de Pantón. El acceso es sencillo a través de carretera, con un cómodo aparcamiento cercano que facilita la visita. Desde allí, puedes explorar a pie el poblado, maravillándote ante las construcciones de granito y pizarra que aún conservan vestigios de su antiguo esplendor. La iglesia, de estilo neoclásico rural, destaca como el edificio central de la localidad, en cuyo entorno se desplegaba la vida cotidiana de sus habitantes. Las casas, aunque hoy en día están tapiadas, permiten entrever cómo era la vida en tiempos pasados.
A Chaira se erige como un sitio repleto de encanto y nostalgia, capaz de transportarnos a épocas olvidadas y hacernos reflexionar sobre la implacable marcha del tiempo y el abandono del entorno rural. Además de su valor histórico, este enclave ofrece un entorno natural de gran belleza y un silencio que solo se ve interrumpido por el susurro del viento y el cantar de los pájaros. Aquí, rodeado por un paisaje espectacular y en medio de las ruinas del pasado, tendrás la oportunidad de conectar con la naturaleza y meditar sobre la historia que se oculta en cada rincón de A Chaira.