El río Miño actúa como frontera natural entre los municipios de Rábade y Outeiro de Rei. Para cruzarlo es necesario pasar por el Puente Medieval de Rábade, una estructura que se levantó entre los siglos XIII y XIV, pero de un origen mucho anterior. Actualmente el puente es de tránsito compartido peatonal y de tráfico rodado.
De origen romano
El puente medieval de Rábade, también conocido como Ponte Vella, está compuesto por nueve arcos de tipo ojival con los tajamares en formato triangular para separar las aguas de la corriente del río. El primitivo puente sobre el río Miño era de origen romano, pero hoy no queda resto alguno de la vieja estructura y el actual puente es totalmente de traza medieval. Está levantado en sillería granítica y mampostería y se reconstruyó durante la época de reinado de Isabel II (siglo XIX).
En su origen para cruzar el puente era necesario abonar un tributo al ayuntamiento, lo que se conocía en la época como derecho de portazgo. La estructura es una las más importantes del ayuntamiento de Rábade y prueba de ello es que el puente aparece representado en el escudo municipal.
El puente en la historia
Además de reportar beneficios al municipio por el pago por su uso en el pasado, el Puente Medieval de Rábade se recoge en los archivos históricos también por algunos acontecimientos importantes de los que fue protagonista.
El más antiguo tuvo lugar al poco tiempo de su construcción, el siglo XV, en la resistencia militar en el puente durante el ataque a la fortaleza de Caldaloba que se encuentra muy próxima la estructura.
Más adelante, ya a mediados del siglo XIX, el puente fue también lugar de relevancia para establecer destacamentos militares en el contexto de las guerras carlistas. Existen documentos que hablan también de la instalación en 1842 de un acantonamiento militar con cárcel en las proximidades y de que el puente fue trágico escenario de fusilamientos en este clima bélico carlista.