En el corazón de Baños de Molgas, entre las aldeas de Bouzas y Presqueira, y lo alto de una loma de 635 metros de altura, se encuentra la pequeña capilla dedicada a San Vitorio, y un cruceiro centenario.
Barroca
Este enclave ancestral parece ser mucho más que una simple capilla y un monumento de piedra. La roca que emerge exhibe misteriosos petroglifos, algunos de ellos con formas concéntricas y posiblemente serpentiformes, sugiriendo la existencia de un antiguo lugar de culto. En ella, se tallaron el Ángel de la Agonía y el Cristo crucificado en el cruceiro que luce en lo alto, mientras que dos cruces parecen marcar límites parroquiales.
A pocos metros reposa la modesta capilla barroca del siglo XVIII, cuya fachada alberga una espadaña y dos sillares con inscripciones. Entre ellas, las siglas "IHS" con una pequeña cruz podrían ser el sello de los jesuitas.
La energía que emana de este lugar es palpable. La vista despejada permite contemplar tanto el ocaso como el amanecer, convirtiendo la puesta de sol en un espectáculo que parece interactuar con los propios petroglifos. Se dice que las sombras de la roca marcan los solsticios, implicando un posible culto ancestral al sol.
El entorno ha sufrido alteraciones debido a la extracción de piedra para la construcción del cercano santuario de Nosa Señora dos Miragres. Además, a unos metros de profundidad transcurre un túnel del AVE.