En el corazón de Chantada, en la aldea de San Cristovo, se encuentra un ejemplo excepcional del románico rural gallego: la Iglesia de San Cristovo de Mouricios. Aunque de dimensiones modestas, este templo encierra una riqueza histórica y arquitectónica que la convierte en un lugar especial para los amantes del románico y la cultura gallega.
Mantiene su esencia medieval
Este pequeño templo, rodeado de viviendas tradicionales que limitan su visión panorámica, sorprende por su sobriedad y encanto histórico. Construida en el siglo XII, la iglesia mantiene su planta original de una sola nave y cabecera rectangular, destacando un diseño simple y equilibrado. Su estructura principal, de granito en sillares regulares, refleja la maestría artesanal de la época. Los tejados a dos aguas, tanto en la nave como en la cabecera, refuerzan la estética sencilla y funcional de este templo.
La fachada principal, orientada al oeste, presenta una portada con un tímpano liso y una sencilla arquivolta de medio punto. Sobre esta, una espadaña de dos niveles con vanos para campanas aporta un aire majestuoso al conjunto.
En el exterior, también llaman la atención las pequeñas ventanas saeteras y la moldura semicircular que adorna la cabecera. También destacan los canecillos decorados con formas geométricas y motivos únicos, como una cabeza de res y un rostro humano tallado toscamente, que rematan los aleros del templo.
En el interior, la sobriedad es protagonista. Una techumbre de madera cubre la nave y la cabecera, mientras que el arco triunfal, decorado con capiteles y elementos geométricos, separa ambos espacios. Destaca también una pila bautismal sencilla, fiel reflejo de la austeridad del templo.