Uno de los templos religiosos más destacados por su arquitectura y su antigüedad en la localidad de Moraña es la iglesia de San Martiño de Gargantáns. Pegado al templo está el cementerio parroquial, pues la iglesia forma parte hoy de los terrenos del camposanto.
Románico
Como ocurre también con otros templos del municipio, la iglesia parroquial de San Martiño de Gargantáns es de estilo románico y podemos datarla en el siglo XII. Esto convierte al templo en uno de los edificios de mayor historia de todo el municipio.
La iglesia es de nave rectangular y ábside formando un semicírculo, con la sacristía adosada al alzado del propio presbiterio. El templo se levantó en mampostería y sillería de granito y su cubierta es de teja a dos aguas.
La actual fachada del templo remata en una espadaña de dos cuerpos con campanas y pináculos que es de estilo barroco, pues la original no ha llegado hasta nuestros días. Esta fachada data del siglo XVIII. El acceso por esta fachada se hace por medio de una sencilla puerta adintelada que tiene un metro más arriba una pequeña ventana abocinada.
Bien conservada
El templo románico de San Martiño de Gargantáns todavía conserva en buen estado muchos de los elementos de su fábrica original, como es el caso de ábside semicircular que encontramos en la nave. Es la parte más antigua de toda la iglesia, que también sometida a diferentes actuaciones y reformas a lo largo de su historia. El ábside comunica con la nave por medio de un arco triunfal de medio punto que se levanta sobre columnas de fuste liso y capiteles con motivos vegetales.
Si observamos el ábside desde fuera veremos también que está dividido en cuatro tramos por unas columnas adosadas, tres con ornamentación de hojas y bolas y la cuarta con un entrelazo. En el tramo central hay un rosetón con celosía que está flanqueado por dos ventanas de arco de medio punto, también con celosías y en uno de los laterales hay una colección de canecillos de ornamentación variada. El muro sur de la nave y la cabecera también son de la fábrica del románico.
Si accedemos al interior del templo, su elemento más destacado quizás sea la pila bautismal. Lo que la hace especial es la ornamentación de la copa en la que vemos una alternación de gallones convexos y cóncavos.