En el municipio de Aranga te recomendamos la visita a la iglesia de San Vicente de Fervenzas. Este pequeño templo, rodeado de naturaleza y envuelto en la tranquilidad del campo, es una joya del románico tardío. Aunque hoy solo se conservan partes de su estructura original, como el ábside y los muros laterales, su historia y detalles arquitectónicos nos conectan con el pasado.
Esencia del románico tardío que perdura al paso del tiempo
La iglesia, que data del siglo XIII, destaca por su sobriedad y encanto. Los sillares de piedra, bien escuadrados, forman líneas horizontales que muestran la precisión de los antiguos canteros. En el ábside, un contrafuerte añadido en épocas posteriores aporta estabilidad, aunque rompe con la simetría original. En el muro oriental, una única saetera llama la atención: un ventanal alto y estrecho con un arco de medio punto que mezcla funcionalidad y estética románica.
Aunque el paso del tiempo ha dejado huellas visibles, como la pérdida de algunos detalles ornamentales, San Vicente de Fervenzas conserva su espíritu original. Elementos como una cruz tallada en piedra o la escultura de un Agnus Dei en la fachada nos recuerdan la riqueza simbólica de su diseño.
En el interior, el acceso al presbiterio se realiza a través de un imponente arco apuntado sostenido por columnas decoradas con capiteles de hojas talladas. Estas hojas, típicas del románico rural gallego, exhiben volutas en sus extremos y una hoja central más inusual, características que también se encuentran en otros templos cercanos, como San Tomé de Monteagudo o Santa María de Doroña.