La parroquia de Santa María de Vilela, en Punxín, esconde una joya del arte románico que invita a viajar en el tiempo. El entorno que rodea la iglesia también merece mención. Aunque el paso del tiempo ha elevado el terreno circundante, esto no resta encanto a la zona. Desde aquí, puedes disfrutar de la tranquilidad del paisaje gallego y explorar las tradiciones que han perdurado en esta región.
Templo medieval evolucionado con el tiempo
Este templo, levantado hacia el siglo XIII, combina elementos de arquitectura medieval con detalles reformados a lo largo de los siglos, lo que lo convierte en un lugar de gran interés histórico y artístico.
La iglesia, construida en granito, destaca por su fachada occidental, presidida por una portada con arquivoltas decoradas y capiteles que muestran figuras geométricas y zoomorfas. Encima, una espadaña barroca alberga las campanas, culminando con un frontón triangular y una cruz de hierro. Otro detalle que no pasa desapercibido es la ventana de saetera, que proporciona luz a la nave y es típica de la época románica.
En su interior, la techumbre de madera y un arco triunfal marcan la transición entre la nave y la cabecera. Las paredes revelan rastros de un incendio en 2002, que permitió redescubrir pinturas murales manieristas y la ventana románica interna, ahora visibles en todo su esplendor. Además, elementos como la pila bautismal, decorada con cruces inscritas en círculos, y un cáliz del siglo XVIII enriquecen el conjunto.