Explorando los vestigios de la historia de Maceda en los siglos I y II, encontramos una fascinante narrativa de minas de estaño que se erigieron en una zona cargada de riqueza mineral. La mina de Baldrei es heredera de esta tradición.
Explotada el siglo pasado
Desde 1932 hasta 1965, dos empresas llevaron a cabo la explotación de esta mina, cuyas huellas también revelan la presencia de intrépidos aventureros. Estas empresas, de manera rudimentaria, extraían pequeños indicios del valioso mineral para luego venderlo a las empresas dominantes.
Ubicada en el contacto entre un granito caolinitizado y esquistos con micas de edad ordovícica, esta mina es un testimonio de la complejidad geológica que la rodea. El granito, aunque altamente alterado, facilitaba la extracción, deshaciéndose con facilidad. Sin embargo, a medida que la explotación se adentraba en las profundidades, la dificultad aumentaba al enfrentarse a un granito más duro. El estaño se manifestaba en vetas de cuarzo de 15 centímetros de espesor. Estas vetas de cuarzo, generadas en los últimos momentos de la cristalización del granito, ofrecen una ventana a los procesos geológicos únicos que dieron origen a esta rica concentración mineral.
La galería visitable de la mina, con aproximadamente 20 metros de extensión, se interna en el granito alterado, permitiendo a los visitantes explorar los diques de cuarzo, el punto de encuentro con el tesoro: el estaño. La accesibilidad de la mina y la simplicidad en el transporte del mineral contribuyeron a su rentabilidad, creando así un capítulo intrigante en la historia minera de la región.