El Pedregal de Irimia está reconocido como el origen del río Miño, el más extenso de Galicia. Situado en la sierra de Meira, a escasos kilómetros de la localidad homónima en la provincia de Lugo, este enclave rebosa de historia y misticismo.
Antiguo glaciar
El paisaje del Pedregal de Irimia sorprende con una singularidad impactante: una extensión de aproximadamente 1,4 km2 cubierta por piedras de variadas dimensiones y formas. Estos restos son vestigios de un antiguo glaciar que, hace entre 10.000 y 20.000 años, depositó estos materiales al retirarse, principalmente compuestos por cuarcita, una roca notablemente resistente a la erosión.
Entre estas rocas, manantiales y fuentes brotan con profusión, dando vida a pequeños arroyos que convergen para formar el cauce del río Miño. Las aguas, cristalinas y frescas, mantienen una calidad ecológica envidiable. Aunque la vegetación es escasa, se observan especies adaptadas como helechos, musgos, líquenes y brezos, que aportan su peculiar encanto a este peculiar paisaje.
Leyenda
El Pedregal de Irimia no solo guarda la impronta de la naturaleza, sino que también alberga un cúmulo de leyendas y tradiciones. Una de ellas relata la historia de Irimia, una antigua hechicera que, en disputa con los monjes del convento cercano por impuestos, cubrió el nacimiento del Miño con piedras para evitar su acceso al agua.
Se dice que pronunció: "Nunca podréis probar la primera agua de este río, porque es miño". Otra leyenda habla de pecadores convertidos en piedras, esperando la redención con las puras aguas que brotan aquí. Estos relatos confieren un aura misteriosa y fascinante al lugar. Adéntrate en este reducto de encanto y misterio, donde la naturaleza y la fantasía se entrelazan en un escenario inolvidable.