En el corazón de la provincia de Pontevedra se encuentra Agolada, un pequeño municipio que guarda un tesoro único: Os Pendellos de Agolada.
Monumento Histórico-Artístico
Este conjunto histórico, declarado Monumento Histórico-Artístico en 1985, nos transporta a un tiempo en el que la actividad comercial y la vida rural marcaban el pulso de la región. Sin duda este es uno de los principales monumentos de la localidad, conocida por esta joya arquitectónica del siglo XVIII.
Las construcciones, hechas de piedra con tejados curvos de arcilla sostenidos por vigas de castaño, destacan por su funcionalidad. Diseñadas para soportar las inclemencias del clima gallego, ofrecían refugio fresco en verano y un cálido abrigo en invierno gracias al aislamiento natural de la piedra y al calor de las tradicionales lareiras.
Durante más de 200 años, los Pendellos fueron el epicentro de una de las ferias más importantes de Galicia. Aquí se reunían comerciantes, ganaderos y artesanos de toda la región para intercambiar productos, ganado y costumbres.
En este espacio podemos distinguir diferentes tipos de pendellos. Están los expositores, que servían para mostrar la mercancía, los pendellos comedor, donde los visitantes disfrutaban de la gastronomía gallega, y los hospedajes, pensados para el descanso tras un largo día de feria. En algunos casos, estas edificaciones incluso funcionaron como viviendas hasta la década de 1970.
Hoy, los Pendellos de Agolada no solo conservan su esencia histórica, sino que también se han adaptado como un lugar para eventos culturales, ferias artesanales y celebraciones populares. La plaza de A Randulfa, con su empedrado histórico, y la capilla de A Virtudes completan este bello conjunto.