En pleno Camino Francés hacia Santiago, se encuentra el Puente Medieval de Furelos, un auténtico testimonio de la historia y la arquitectura gallega que puedes cruzar a tu paso por la villa de Melide. A pocos metros río abajo, la Presa do Comendador, datada en el siglo XVII, añade un toque adicional de interés al paisaje fluvial.
Sobre el río Furelos
Este puente, que cruza el río Furelos, ha sido un punto clave para los peregrinos desde el siglo XII, llegando a aparecer incluso mencionado en el Códice Calixtino. Sin embargo, su estructura actual es fruto de siglos de reformas, destacando una importante intervención en el siglo XVIII.
El puente, con su característica forma de lomo de mula, mide casi 50 metros de largo y 3,7 de ancho. Sus cuatro arcos desiguales están construidos con granito de Pambre y otras rocas locales, lo que le otorga un aspecto robusto y a la vez elegante.
No faltan las leyendas en torno al puente, como la del astuto mouro que exigía oro a cambio de reparaciones, dejando su huella en una de las piedras tras una treta de los vecinos.
En una de las orillas se encuentra el núcleo de San Xoán de Furelos, una aldea que conserva su esencia medieval. Su iglesia, de estilo románico tardío, alberga retablos y esculturas de gran valor artístico, entre las que destaca un Cristo del escultor local Manuel Cajide. Además, al sur del puente, la loma de O Castro guarda los vestigios de un antiguo asentamiento castrexo, conocido como el Castro de Piñor.