La ciudad de Pontevedra fue en el pasado una urbe de relevancia en la Edad Media y los restos de la gran ciudad que fue los encontramos en sus puentes, en sus pazos y en los restos arquitectónicos de pazos y de murallas defensivas.
Poco en pie
La muralla de Pontevedra original data del siglo XII y posteriormente se trabajó en su reconstrucción tres siglos después, conservándose parte de la misma hasta el XIX, momento en el que desapareció casi en su totalidad. Dicha muralla constaba de 4 puertas grandes: la de Santa María, la de Santo Domingo, la de Trabancas y la de Rocheforte. Más adelante se aumentaron las entradas con cuatro puertas más: Galera, Ribeiro, la del Puente y la del Barón. Todo esto formaba parte del entramado defensivo local junto a las torres fortificadas que reforzaban el perímetro y entre las que destacaban las Torres Arzobispales que hoy cuentan con un centro de interpretación.
Los restos de las murallas que hoy podemos contemplar se encuentran en la calle Arzobispo Malvar, un tramo de 40 metros que podemos ver en la cara oeste de los jardines de Santa María del Campillo.
Hoy en día apenas quedan en pie más partes de la muralla de Pontevedra, pero sí se encuentra restos de la misma que han sido restaurados, musealizados y puestos en valor en muchos puntos y que vuelven a resurgir de debajo de las tierras cada vez que se acomete una obra en el casco histórico de la ciudad del Lérez. Junto al Sexto edificio del Museo de Pontevedra podemos ver algunos de estos restos.