El pasado romano de la ciudad de Lugo está patente a cada paso quedamos dentro de lo que es recinto amurallado. Más allá de las murallas, los historiadores y arqueólogos que trabajan en la ciudad no dejan de encontrar nuevos elementos bajo tierra que se descubren cada vez que se lleva a cabo alguna obra en el entorno de la ciudad. Un buen ejemplo de ello es el antiguo acueducto romano.
Bajo nuestros pies
Los restos del Acueducto romano de Lugo se pueden ver justo al lado del edificio sede de la Diputación Provincial, en la Plaza de San Marcos. Si estás esperando una gran construcción como es el caso de la muralla o de los acueductos más famosos de España, los de Segovia, no es el caso en la urbe lucense.
Los restos del acueducto de Lugo se pueden ver a través de una ventana arqueológica bajo nuestros pies que sacan a la luz un tramo de esta obra romana del siglo primero. Los estudios han permitido saber que este tramo de acueducto tiene una longitud de algo mes de 2.000 metros y que para su construcción se usó hormigón armado, la técnica romana del opus caementicium.
Cabe decir que este acueducto no tiene nada que ver con el construido por orden del Obispo Izquierdo en el siglo XVIII o por un sistema de pizarra medieval anterior a este, si bien se estudió la posibilidad de que fuese aprovechado en el pasado por estas construcciones más modernas.
Descubrimiento reciente
A pesar de que este acueducto tiene más de dos mil años, lo cierto es que éste no fue descubierto hasta el año 2011. Como siempre, estas cosas se descubren por casualidad. Y es que unas obras realizadas frente a la Diputación sacaron a la luz estos restos enterrados de la historia de la ciudad romana. No fue lo único descubierto, pues en estos trabajos también salieron a la luz algunos restos de parte de la cimentación del Hospital Isabel II. En la misma obra también se desenterraron algunos restos de cerámica romana.
Un detalle importante de este acueducto romano es que hacía circular el agua obtenida desde diferentes manantiales de la zona que vertían sus aguas en un depósito desde el que iniciaba el recorrido hasta el centro de la ciudad para verter el preciado líquido elemento en el Castellum aquea que se cree se ubicaba en la actual Plaza de Santo Domingo. Desde este lugar se hacía llegar el agua a las fuentes públicas y a las Domus.