Con el fin de poner en valor uno de los bienes patrimoniales de mayor valor de A Guarda, el municipio y la cofradía de pescadores han puesto en valor, señalizado y complementado con paneles explicativos todo un paseo costero que permite conocer las diferentes cetáreas naturales en las que se conservaba el marisco guardés. Con la ruta de las cetáreas de A Guarda se pretende explicar que esta población cerca a la frontera con Portugal es mucho más que Santa Trega.
¿Qué es una cetárea?
Aunque actualmente las cetáreas disponen de una infraestructura mucho más moderna e industrializada, las cetáreas antiguas eran simplemente viveros esculpidos en la piedra en una zona intramareal que estaban ahí para tener un espacio natural en el que poder conservar el marisco vivo y en su medio antes de poder venderlo.
Gracias a las cetáreas zona de A Guarda gozó de relevancia desde el punto de vista gastronómico al ser un lugar de venta de marisco de calidad y en excelentes condiciones de conservación que era adquirido vivo por particulares y profesionales. Estas cetáreas fueron construidas durante el siglo XIX y marineros y comerciantes de marisco de la zona hicieron uso de ellas durante casi cien años.
Una ruta en honor al marisco
Fruto de esta tradición por construir viveros en la roca que se llevó a cabo en A Guarda, se ha trazado una ruta por la costa en homenaje a estas estructuras pensadas para conservar el marisco. Es un paseo de poco más de cuatro kilómetros y medio que arranca en el puerto de A Guarda y va avanzando hasta el norte del municipio, concluyendo casi en donde se encuentra ya el pueblo contiguo de O Rosal.
En total nos encontraremos hasta cuatro cetáreas de relevancia, cada una bien explicada y acompañada de un panel informativo que explica en detalle qué se conservaba allí, cómo se hacía y quién lo gestionaba. Estas cetáreas de A Guarda que conforman la ruta son las de Redondiña, Laxe de Can, O Portiño y A Grelo.
La ruta fue inaugurada en A Guarda en el año 2010 con el fin de dar a conocer estos lugares de importante valor patrimonial para el pueblo. Es un paseo sencillo que no presenta dificultades, por lo que es apto para todo tipo de senderistas. El tiempo estimado de recorrido es de poco más de una hora desde que se conoce el primer vivero o cetárea de la ruta, el de A Grelo y se llega al último, el de Laxe de Can.