TorresUno de los monumentos históricos del municipio de Sarria es la torre que se encuentra en la parte alta de la ciudad. Se trata del Torreón de la Fortaleza, el resto que queda en pie del antiguo castillo medieval de la ciudad.
La historia del castillo
La historia del castillo de Sarria comienza ya en el siglo XII, aunque los restos de lo que actualmente podemos ver son más modernos, concretamente del siglo XV. El castillo se construyó sobre un antiguo castro en una zona con altura que era clave para la vigilancia del entorno.
Como muchas otras fortalezas gallegas, el primitivo castillo de Sarria sucumbió también a los ataques de la revuelta Irmandiña y fue destruido en el siglo XV para su posterior reconstrucción con la apariencia actual. Pese a ello, el nuevo castillo no gozó de la fuerza ni la influencia anterior y acabó siendo abandonado hasta llegar a nuestros días en el estado ruinoso que hoy se puede ver. Se cree que en su origen el castillo llegó a tener al menos cuatro torres, algo que habla del poderío que en la época tenían personalidades como Gutiérrez Ruiz de Castro y Elvira Osorio, señores de Lemos y de Sarria.
El abandono definitivo llegó a mediados del siglo XVIII cuando dejó de estar habitado. Las referencias históricas apuntan a que el conjunto en su totalidad se mantuvo en pie hasta el año 1860, momento en el que familias particulares y el propio ayuntamiento adquirieron los terrenos y aprovecharon la piedra para obras varias.
¿Cómo es la torre?
El Torreón de la Fortaleza es lo poco que queda de aquel viejo castillo de Sarria que servía para defender la comarca y ejercer un control sobre una zona de paso del Camino de Santiago. De ese castillo hoy apenas queda la torre redonda de sillería de granito con alguna de sus almenas. Los fosos del castillo fueron rellenados en el siglo XIX.
La altura de la torre se acerca a los quince metros y todavía en el entorno pueden verse restos de las murallas que la protegían y algunos escudos como el de la familia Castro o el de Lemos.
El reciento en ruinas pertenece a una familia particular, los Pérez-Batallón, y se encuentra todavía hoy a la venta esperando a un inversor que humanice la zona y devuelva el esplendor a una zona histórica que se encuentra bajo protección de Patrimonio.
