Una de las características más singulares del municipio de Redondela es el puente ferroviario que lo atraviesa en su zona centro. A pesar de que nada tiene que ver con la capital del estado, este puente es conocido popularmente como el Viaducto de Madrid atraviesa la ciudad por su lado suroeste.
Una construcción de finales del XIX
El viaducto de Madrid se construyó durante en cuatro años durante el siglo XIX y fue inaugurado en verano de 1876. Era el puente de paso de la ruta de tren que unía las ciudades de Vigo y de Ourense y fue un puente con mucho tránsito durante cerca de cien años.
Existe una creencia popular errada que vincula el levantamiento de este puente con la figura del ingeniero galo, Gustavo Eiffel, algo a todas luces incorrecto. La empresa que se encargo del equipamiento tecnológico, la Compagnie de Fives-Lille, fue empresa constructora de los ascensores de la Torre Eiffel o puentes notables en la ciudad de París como el de Alejandro III.
Uno de los mitos que rodea a este viaducto es el de la figura de Pedro Floriani, uno de los contratistas que se encargaron de la obra y de quien dicen que se quiso quitar la vida tirándose desde lo alto del puente al decirle que la obra no iba a servir. El intento de suicidio de Floriani parece tener más parte de leyenda que de realidad, pues la historia se ha ido modificando con el paso de los años. Se cuenta que la caída no mató a Floriani, quien se quedó prácticamente paralítico tras el golpe y vivió lo suficiente como para ver cruzar la primera locomotora por el puente que le habían dicho que no funcionaría.
¿Cómo es el puente?
El Viaducto de Madrid mide algo más de 400 metros de largo. El grueso central del puente, con más de 250 metros, lo ocupa la estructura metálica central y en los laterales están los pilares de piedra que lo sujetan. Este fue en su época el puente más grande de Galicia. La parte central está soportada por cuatro pilares de piedra y la luz de los vanos es de más de 50 metros. El puente mide unos 32 metros de altura.
Actualmente el puente ya no se encuentra en uso y es una pieza más de la arquitectura clásica redondelana. Fue en los 70 cuando dejó de utilizarse esta ruta ferroviaria y en 1978 el puente fue propuesto para ser declarado como Bien de Interés Cultural, una categorización que todavía no ha conseguido.
El puente ha sido sometido a trabajos de remodelación y restauración en el año 2012 para reforzar su estructura y protegerla de desprendimientos. Se pintó de verde y se protegió el puente con una red para que los fragmentos que se desprendan no sean un peligro para los viandantes. Una de las ambiciones de la administración local redondelana es la de convertir la antigua instalación ferroviaria en un paso peatonal.