En el monte de la parroquia de Mourentán, en Arbo, se encuentran los restos de una antigua aldea hoy devorada por la vegetación, la Aldea abandonada de Trabazos. Este grupo de viviendas situadas a unos cien metros de altura se encuentra en una planicie del Monte Peilán.
Conociendo una aldea fantasma
Llegar hasta la aldea abandonada de Trabazos nos permite conocer lo que fue en algún día, pero ahora ya no es, ver los restos de una pequeña población de la que hoy apenas queda su esqueleto comida por la vegetación y el verdín. Una auténtica población fantasma que ocultan los árboles que van creciendo y hasta impiden el acceso al interior de algunas viejas viviendas hoy totalmente vacías.
Para llegar hasta la aldea la mejor ruta es seguir el sendero circular da Moura, un agradable paseo que parte del puente de Mourentán y que nos llevará a adentrarnos en la zona boscosa con un paseo agradable de unos tres kilómetros de largo. Por carretera también se puede llegar hasta la vieja aldea de Trabazos si se sigue la carretera que lleva al Monte Cabrón o la que sale del Pazo de Sande y que continúa paralela al río Deva. La forma más sencilla de localizar la aldea es a través de la línea de alta tensión que se encuentra justo por encima del poblado abandonado.
Doce casas teñidas de verde
La aldea abandonada de Trabazos está compuesta por un conjunto de doce casas de las que hoy apenas quedan sus muros de piedra y que se distribuyen a lo largos de un camino. Esos muros de piedra están hoy totalmente comidos por el verdín después de años de abandono.
Sin una referencia clara de su construcción, la disposición, materiales y entorno de las viviendas cuentan que esta aldea pudo levantarse entre los siglos XVIII y XIX y hasta superada la mitad del siglo XX todavía podría tener cierta actividad en alguna de sus construcciones. Si bien se hace difícil imaginar la vida en la época en un lugar que carece de red de saneamiento, electricidad, agua corriente o cualquier otra facilidad de las urbes.
La mayoría de los edificios son casas de pequeños tamaños y que de distribuían en dos alturas, siendo posiblemente la baja pensada para servir de almacén, establo o bodega. Aunque pocos restos quedan para atestiguarlo, se estima que los suelos eran de madera y las cubiertas de teja.
El estado de abandono y los incendios forestales que afectaron estos montes en el año 2016 terminaron por acelerar el proceso de deterioro de esta zona que hoy amenaza con riesgo de caída en algunos de sus muros.