La imponente Fortaleza de A Mota encierra siglos de historia y nobleza en el concello de Guntín. Fundada en el siglo IX por el conde de Lugo, Don Ero Ordóñez, este castillo fue testigo de conflictos y linajes prominentes a lo largo de su existencia.
¿Cómo es la fortaleza?
La parroquia de San Esteban de La Mota, ubicada a orillas del río Miño en Guntín, alberga esta fortaleza que ahora forma parte de la casa de Camarasa. Aunque las dependencias originales de la fortaleza se han convertido en casas de labranza, aún se conserva una parte significativa de la muralla que rodea la torre y los salones, principalmente en sus lados Este y Sur. Un torreón en el extremo nordeste se conecta con la edificación, formando un ángulo recto con la esquina exterior, dotado de dos troneras hacia el norte y sur, y dos más en el tramo recto, presumiblemente para proteger el punto de entrada más vulnerable.
La muralla, de considerable grosor, tiene un único petril externo, actuando como parapeto defensivo, con troneras distribuidas en fuentes y esquinas del recinto. Entre la muralla y las dependencias de la fortaleza, hay un patio corrido que funcionaba como foso defensivo.
La torre del homenaje, actualmente con un tejado de cuatro aguas de piedra pizarrosa, tiene forma cuadrada y mide alrededor de nueve metros de ancho. La entrada se hace a través de arco semicircular ligeramente apuntado, protegido por una puerta de madera y un portillo reforzado con fleje de hierro. El tímpano de la puerta descansa sobre dos ménsulas levemente moduladas. La torre, de dos plantas, tiene una altura aproximada de catorce metros y carece de almenado en su parte superior.
La Fortaleza de A Mota se erige como un testamento vivo de la historia, un monumento que observa los paisajes de Goián, Paradela, Páramo y otros picos distantes, siendo testigo de un pasado lleno de nobleza, guerreros valientes y un linaje que dejó una marca indeleble en el tiempo.
Hogar de señores
Este lugar fue morada de magnates poderosos como Don Ero, quien contaba con extensos señoríos en Galicia y Asturias, siendo un valiente guerrero reconocido por el Rey Alfonso II. Sus éxitos en batallas y la conquista de ciudades como Coímbra elevaron su prestigio, otorgándole el título de Capitán General.
El legado de la fortaleza pasó a manos de descendientes destacados como Arias Conde Monterroso y posteriormente a Elvira de Ulloa Ribadeneira y Taboada. Durante el reinado de Juan II, la fortaleza pertenecía a Teresa García de Baamonde y Montenegro, casada con Lope Alonso de Lugo y Ocampo.
A lo largo de los años, la fortaleza cambió de propietarios y, en 1612, pasó al señorío de los Obispos de Lugo, según registros históricos. La realeza también tuvo su papel en la historia de A Mota, con el rey Felipe IV otorgando el título de San Miguel de las Penas y La Mota a Constanza Arias Ozores Lemos y Ulloa.