La Capilla de Santa Liberta se encuentra situada en la plaza Santa Liberata de Baiona, en el caso antiguo de la ciudad. Se trata de un espacio dedicado al culto religioso que fue construido a comienzos del Siglo XVIII, concretamente en el año 1709.
Se trata de un templo promovido por la propia ciudad por en homenaje a una virgen y mártir de la villa que fue crucificada por no querer renunciar a sus creencias cristianas. El templo es de estilo italiano con reminiscencias del toscano y algunas influencias del estilo plateresco. De su fachada llaman la atención sus dos torres laterales culminadas en sendos campanarios y la imagen de la Santa crucificada en medio, justo encima del dintel de la puerta de entrada. A los lados de la imagen de la Santa lucen los escudos de Baiona y el de Castilla-León, reino al que pertenecía Galicia en el momento de la construcción del templo.
Ya en su interior, la Santa vuelve a ser protagonista del retablo del altar mayor, donde se vuelve a ver la imagen de Santa Liberata en la cruz y los medallones en recuerdo de sus ocho hermanas. El recuerdo a Liberata se completa con una reliquia de la Santa que fue traslada hasta Baiona procedente de Sigüenza en el año 1869. Se trata de un hueso de su brazo.
Una historia digna de mención
La historia de Santa Liberata es tan importante como el templo que lleva su nombre y es la veneración del pueblo a su persona fue tal que acabaron por construir un templo religioso en su honor.
Liberata fue una mujer nacida en el año 119 d.C, en la ciudad romana de Balcagia, denominación romana con la que era conocida la actual Baiona. Liberata tenía ocho hermanas gemelas y fue dada a luz por Calsia, una noble romana esposa de Lucio Catelio, quien por entonces era el gobernador romano de las antiguas Lusitania y Gallaecia.
En el momento del parto, Lucio Catelio se encontraba en Tarragona de campaña militar, lo que hizo temer a su esposa de que, dado el parto múltiple, su esposo la pudiese acusar de infidelidad. Fue entonces cuando ordenó a su nodriza, Sila, que arrojase a las gemelas al río. Sila no cumplió con su orden e hizo entrega de las niñas a varias familias de la zona, quienes las criaron en el cristianismo.
Con el paso del tiempo el gobernador romano se enteró de la existencia de sus hijas y les dio la opción de abandonar su fe cristiana y de tomar una vida romana con los lujos y las comodidades de la nobleza del imperio.
Ante la negativa a la oferta su padre decide encerrar a las niñas, pero estas logran escapar después de algún tiempo. La leyenda concluye con un final trágico, pues todas fueron capturadas y Liberta fue crucificada en Sigüenza a la edad de 20 años. Se dice que fue la primera mujer crucificada de la historia, si bien hay teorías que indican que realmente fue decapitada.