El románico rural gallego tiene un interesante exponente artístico en Ourense. Hablamos de la iglesia de Santa Baia de Beiro o Santa Eulalia de Beiro, ubicada en la parroquia que lleva el mismo nombre y que conserva gran parte de su estructura original. Al lado del templo se encuentra el cementerio parroquial. Una remodelación barroca posterior ha permitido que disfrutemos de la actual escalera exterior y del cimborrio que corona el templo como principales elementos a destacar.
Ejemplo de románico rural
La iglesia de Santa Eulalia de Beiro es testigo del esplendor del románico. Este templo del rural ourensano nos transporta a los albores del siglo XIII, momento en el que se levantó esta iglesia de la que todavía cabe intuir en la actualidad sus formas medievales. Los historiadores datan este templo en el siglo XIII debido a las similitudes que presenta su portada con la de la Claustra Nova, la catedral de Ourense.
Al acercarnos al edificio, nuestra mirada es recibida por una portada principal que, a pesar de los siglos transcurridos, aún irradia la elegancia sobria del estilo románico. Dos arquivoltas de medio punto, adornadas con motivos vegetales que evocan la maestría de los canteros de la época, nos invitan a adentrarnos en su misterio. Las figuras enigmáticas de animales monstruosos, esculpidas en el apoyo de la portada, son quizás la parte más llamativa de esta portada. Los canecillos que sostienen el tejado, tallados con maestría, cobran vida con sus formas figurativas, desde animales hasta seres mitológicos que parecen desafiar el paso del tiempo. La portada moldurada en el lateral norte, con su decoración peculiar que evoca antiguas leyenda.
El ábside, dividido en cinco partes, tiene una de ellas oculta por la incorporación de la sacristía al edificio. En su remate, el símbolo del Agnus Dei preside con solemnidad, recordándonos la esencia misma de la fe que aquí se profesa.
¿Cómo es por dentro?
En el interior, con su nave única y ábside semicircular, nos retrotrae de nuevo a tiempos del románico. Los capiteles, esculpidos en piedra, nos hablan de un pasado en el que la fe y el arte se entrelazaban en una comunión sagrada.
Después del arco triunfal, el presbiterio está cubierto por una bóveda de cañón, mientras que el ábside semicircular está protegido por una bóveda de horno, aunque esta última permanece oculta debido a la presencia de un retablo barroco.
Un detalle destacado es el artesonado que decora el techo de la nave principal. Expertos indician que este techo es una estructura de estilo mudéjar, probablemente del primer o segundo tercio del siglo XVI.
Por otra parte, al pie de la iglesia se encuentra una pila bautismal de estilo gótico.